¿Estás bien?

Caes, mientras vas sintiendo el vacío te cuestionas de las razones por las cuales te encuentras en esa posición. Vas mirando como la luz desaparece mientras el vacío absorbe tu esencia, te quita todo, te desprende de lo más sagrado. ‘¿Estás bien?’, dices con lágrimas de derrota. ‘Estoy perfecto’, te mientes. Lo sé, estás mal de la cabeza, demente, sin razones, sin emociones. Dejas de llorar, no te ríes, no sonríes. Te mientes, no disfrutas, ¿te odias?

Respiras, ya sientes el suelo, se aproxima. Inhalas todas las esperanzas que tuviste de salir de esa situación, llenas tu cuerpo de todas esas buenas vibras que creíste, que criaste, que pariste. Exhalas todos los planes abortados, que no se completaron, que murieron, que se pudrieron. Respiras, para amortiguar la caída de la derrota. Sin sueños, sin esperanzas, sin nada.

Estás en el suelo, has recogido tus piernas y las abrazas con tus brazos débiles; escondes tu cabeza para tratar de silenciar esos sollozos involuntarios que salen de tu boca. Te vuelves a preguntar, ‘¿Estás bien?’ y sin dejar de sollozar respondes con un cortante ‘Sí’. La realidad es que no es verdad. Lo sabes, todo el mundo lo sabe, lo sabe Dios y los ángeles, los demonios y los animales. Lo saben, lo sé, lo sabes.

Escuchas una voz, una frágil voz que te repite la pregunta que has tratado de evitar en todo este proceso. La voz tiene un tono infantil, te habla con torpeza, tartamudeando por el recelo a que le grites, ‘¿Estás bien?’ te repite. Tú levantas la mirada, miras a esa voz de pies a cabeza y te das cuenta que eres tú cuando tenías cinco años. Tu pasado llega con miedo, te mira, se decepciona, se sienta al frente de ti y sonríe.

‘Todo estará bien’ te dice sonriendo, riendo, abrazando. ‘Recuerdas cuando queríamos curar a todos los animales del mundo, cuando soñábamos con volar alto, cuando anhelábamos ser adultos’ te responde, soltando unas lágrimas, sonriendo, llorando. Tú te abrazas y le dices a esa pequeña criatura que te recuerda a dulces y sueños ‘Lo recuerdo, también sé que prometí no dejar de soñar y esforzarme’ te sueltas, te miras a los ojos y sonríes.

Esa pequeña voz toma un marcador de tu color favorito, aquel tono de color con el que forras tus cuadernos, dibuja dos alas que son maravillosas, hermosas, grandes. Las garabatea desde tu espalda, les da vida, les da amor y sueños. Con una sonrisa te dice esa pequeña voz ‘Estoy aquí, nunca te dejaré’. Vuelas, sonríes, y te dices ‘Ahora sí estoy bien’.

Anuncio publicitario

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Imagen de Twitter

Estás comentando usando tu cuenta de Twitter. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s