1 Una de las cosas que la humanidad teme es a la muerte y a vejez. Hacen todo para evitarlas, para huir de ellas. 2 Se cambian el rostro, hacen rituales para mejorar su vida; pero todo es en vano. 3 Porque la muerte llega de sorpresa. La vejez es una experiencia hermosa, viene llena de cambios, oportunidades y sabiduría. Pero le temen porque te quita años, te quita fuerzas y te quita sueños.
4 Estoy a dos días de cumplir años, las celebraciones nunca han sido mi fuerte. 5 Y ahora este año solo pienso en dos pérdidas y comenzaré esta primera carta a las lamentaciones diciendo que la nostalgia visita mi puerta. 6 Toca sutilmente aquella puerta que la cerré hace algunos meses. 7 Entenderán ustedes que esta carta va dedicada a mi madre, aquella mujer que aguanto obscenidades, traiciones, engaños, mentiras. 8 Una mujer de hierro, de titanio. Escribo esta carta a mi difunta vieja. No estás, eres mi primera lamentación.
9 Oh madre, así iniciaría un escritor viejo. De aquellos que dudan en escribir de sentimientos reales y no ficticios. Pero me arriesgo a escribirle a ella. 9 A la mujer que tantas noches le suplique al cielo que no se la llevara. Donde cada lágrima que le causaba me dolía. 10 Me dolía. Madre.
11 Recuerdo aquellos días desde temprano, cada 3 de diciembre me cantabas hasta que mis ojos vieran tu rostro. Recuerdo esa melodía, pensaba que me traería suerte mientras iniciaba ese día con tu dulce voz. 12 Tus lágrimas caían de tu rostro, empapando el mío y con mis manos, aquellas pequeñas manos te secaban la cara y te besaba el cachete diciéndote que me abraces.
13 Pasaron los años y ya era adolescente. Un rebelde, un déspota contigo y mi padre. Pero siempre llegabas a cantarme las mañanitas del Rey David. 14 Y llorabas, me besabas, te amaba. Te amo, mamá. 15 Por un momento tus lágrimas las comprendía, cada año se acercaba el día en el cual podría morir. 16 Pero te alegras, llorabas de felicidad al verme bien, al verme sano. 17 Solo llorabas al verme.
18 Después una enfermedad llegó a ti. 19 Y sufrimos los dos. 20 Porque tu vida dependía de una máquina y tú llorabas, yo lloraba porque después de ese año las mañanitas ya no eran como antes. Y creo que desde entonces tengo mala suerte todos los años. 21 Extrañaba tu voz cada año. Esperando esa canción.
22 Ahora es mi primer cumpleaños sin ti. No quiero llegar a ese día. Hoy es 1 de diciembre. Y temo llegar al 3 donde no te encontraré. 23 Donde no estarás. Donde te perdí.
24 Hoy a días de mi cumpleaños, te extraño. Deseo que los ángeles, arcángeles, Dios (porque tu creías en ellos) te bajen del Reino de los Cielos para que me des un beso y escucharte una vez más. 25 Mamá, ni el deseo de 26 velas encendidas podrán traerte de vuelta. Porque la muerte no es justa, la muerte te llevo.
26 Mamá, este año no estás conmigo. 27 Y me duele, me duele el alma ya no tenerte. 28 Porque tú eres y serás mi primera lamentación.
29 Rezo, oro, suplico. Rezo, suplico, oro. Oro, rezo, suplico. 30 Pero la pena, la lastima, la incertidumbre de que pasará nada me lo quita. 31 Dios suyo, dios mío, apiádate de las personas que sufren, que sufro, que lloran, que lloramos. 32 Porque este año la pasaré sin mamá.
33 B-E-N-D-I-T-O-S S-E-A-N, benditos sean los que lamentan cada hora la pérdida. Benditos, benditos. Por los siglos de los siglos.
34 Amén.