Mi viejo amor, heme aquí delirando con las notas y voces que los querubines tienen para mí. He aquí el Lirio, la flor de la muerte que viene a cantarme melodías y a tocar su trompeta trayendo de nuevo recuerdos, amargos, pero aun así recuerdos. Mi viejo amor, ¿dónde estás? ¿Cuánto falta para que llegue esa Mesías de la que tanto habla todo el mundo?
Viendo como pierdo la cordura, el Lirio decidió decirme con su dulce voz. Escribano, deja de llorar, es momento de recordar la hermosa cara que una vez fue tuya. Oh, pobre de ti, víctima de la ruptura. Respira, toma aire que las notas quieren tu cordura para destrozarla y volver hacerla suya. Yo el Lirio, flor de la muerte te dará una segunda oportunidad para que le cantes, le recites las letras que tu corazón esconde en cada suspiro.
Dicho eso tocó su trompeta y bajó otro querubín. Su aspecto era como el de una quimera recién nacida, tenía tres cabezas. La primera era una cabeza de halcón, la segunda de zorro y la tercera de golondrina. Su cuerpo era similar a la de un felino, tal vez una cría de jaguar y con alas parecidas a un cóndor. A una sola voz dijeron; escribano, heme aquí el segundo querubín que te trae el recuerdo del dolor de un corazón roto.
Me arrodillé y comenzó a recitar.
Ya se me fue otro domingo en tratar de olvidarte
Y yo con la mala costumbre de querer tocarte
Sigo en todos lados hablando de ti
Si no te fallé, ¿por qué no eras feliz?
Y la respuesta de todo es que debo soltarte.
La cabeza del halcón terminó de recitar, una suave brisa golpeaba mi rostro y comencé a recordarte. Cada día que pasa siento que muero, siento que olvidarte es imposible. Cada día trato de borrarte de mi vida, pero es un trabajo cansado que ha decir verdad, no puedo con tanto dolor. En cada carta he hablado de ti, más que de mí. En cada palabra que pronuncio se nota tu nombre, tu esencia y tu figura; estás presente, presente como el aire que respiro, como el sueño recurrente que tengo todas las noches que me obliga a despertar y darme cuenta de que a mi lado ya no vas a estar. Y como dice la rima del querubín, debo soltarte, soltar todo ese dolor, esa angustia, ese amor que te tengo. Porque no eres para mí, ya no.
Aunque me duele aceptar que la paso tan mal.
Hace tiempo que yo presentía que esto iba a pasar.
Aunque quisiera arreglarlo no da para más.
Porque tú ya no estás,
Porque tú ya no estás,
Ya no estás
La cabeza de la golondrina acabó y mi corazón se aceleró. Mi viejo amor, heme aquí sufriendo todas las angustias que un hombre puede pasar. Me siento fatal, como si todo el cuerpo me doliera en cada respirar. Mi cabeza es un torbellino de cosas, cosas dolorosas que me llevan a ti como única respuesta. ¿Lo presentía? ¿Presentía que en algún momento nuestra historia dejaría de ser? Una vez conversaba contigo, mi corazón se sinceró y te dijo que las personas solo aman cuando están, no se preocupan de cuánto dolor iba a traer una ruptura. Viven ese momento como si fuera eterno. Me respondiste, no pienses en eso, te amo y siempre lo haré. Estoy llorando en este momento frente a un querubín y a la bestia del Lirio recordando y tratando de encontrar una respuesta a este asunto que ni siquiera entiendo cómo se dio. Pero, repito, tú ya no estás. No estás presente, ausente, estás perdiéndote en una neblina de incertidumbre que mi corazón produce por la tristeza y depresión que siente. Ya no estás le susurro al Lirio.
Todas las noches siempre me pregunto,
Si con alguien más encontraste lo justo.
Y si de repente piensas en lo que vivimos juntos.
Pasan los días y las horas y esto no se acomoda
Y mis amigos dicen que me encontraré otra persona,
Pero aunque quiera no puedo, no
Te fuiste y la puerta ya se cerró.
Terminó de recitar la cabeza de zorro y mis lágrimas seguían cayendo.
Heme aquí, un pobre escribano con el corazón hecho pedazos. Porque ahora que lo pienso me pregunto si alguien más está dándote lo que yo, humanamente, no puede darte. Y eso me duele, porque me he desgastado respirándote y amándote como si mi vida dependiera de eso. Es justo que mi corazón muera, porque siento que no te di lo suficiente para quedarte a mi lado. Como le dije a una de las flores, quisiera entrar en tu cabeza y preguntarte, ¿has pensado en mí? ¿Te duele que no esté a tu lado? Y la respuesta es que no. Te conozco como si mi vida dependiera de ti. Sé que estás en brazos de alguien más, que te besa y se besan como un día tú y yo lo hicimos. Y duele, fractura el alma en dos, en cuatro, en ocho. Y rezó para que los ángeles y santos quieran verte bien, verte feliz, verte con vida. No quiero a nadie más. Quiero tenerte a ti, quiero cerrar los ojos y pensar que todos los sueños y pesadillas fueron eso, algo pasajero de la vida. Te fuiste, lo sé, pero he llegado al punto de querer vivir una fantasía en donde entras y me abrazas como días pasados lo hacías.
Escribano, escuché decir al Lirio. Heme aquí, un trompetista que trata de matar a ese amor fracturado que tanto daño te hace. Vengo a ti para anunciar la despedida, confrontar tus dolores de angustia y desesperación. Frases que mis queridos querubines tienen para ti. Heme aquí, me enviaron a mí, para destrozar la imagen idealizada que tienes de tu viejo amor.
Mirando al suelo susurré, idealizada, idealizada imagen tengo de ti. Un ser que tanto amé y amaré. ¿Dónde estás? El querubín con tres cabezas se acostó frente a mí. Y así, terminó su rima.