¿Qué cambiaría de mí?

A lo largo de mi adolescencia tuve problemas de automestima, uno de los más grandes complejos que tenía alrededor de los 14 a 16 años era mi nariz. Cada vez que me levantaba al verme al espejo sufría, en mi mente pasaban tantos apodos que podría considerarse auto bullying. De hecho una de las características más raras pero tan típicas de mi órgano del olfato era que se ponía roja todas las mañanas, haga frío o haga calor. Así me gané el apodo de ‘Rodolfo’. Antes lo consideraba como lo peor de mi existencia, pensaba todas las mañanas, ‘¡Rayos! Aquí vienen los comentarios de mi nariz’.

Después cuando cumplí 17 a punto de graduarme del colegio ‘Rodolfo’ me seguía hasta que el día de mi graduación hablé con un amigo y me dijo: Tú nariz es única como la de Rodolfo. ¡Wow! Dije en mi cabeza antes de levantarme y dejarle la nariz roja como un tomate. Antes de golpearlo continúo diciendo: Hay muchas personas que odian partes de su cuerpo. Mírame a mí, tengo los brazos demasiados largos. Y se río.

Aún recuerdo las palabras de él, Nadie es perfecto, pero nuestras imperfecciones nos hacen únicos. Y tenía razón. Todxs tenemos complejidad, y eso nos persigue porque lo dejamos. Al graduarme y entrar a la universidad, mi nariz ya no me importaba. ¡Era única! Y perfecta. Y tuve que entender que esta nariz iba a quedarse conmigo para toda la vida. Sí, lo sé existe algo llamado cirugía plástica, pero tengo dos razones por las cuales no acceder a esa opción: la primera es que no tengo dinero, pero si tuviera no lo haría. Y aquí va la segunda e importante razón, me acepté tal cual soy.

Ahora en esta sociedad veo gran cantidad de aceptación del cuerpo, admito que antes hubiera querido vivir cuando ser gordx, flacx, pequeñx, altx, negrx, blancx,… No era motivo de discriminación y de burlas más direccionadas. El físico es algo que podemos cambiar con cirugías, moldes que ofrece la sociedad para ser más agradables a la estética. Pero, lo que somos por dentro solo nosotrxs podemos cambiarlo.

Te habló a ti, a esa persona que al mirarse al espejo piensa en los posibles insultos que recibirá si sale con esa nariz. No los pienses, de hecho sácalos de tu cabeza. ¡Échalos fuera! Y di: Me amo, con esa nariz, esas cejas, esas orejas. Y nadie, ni siquiera yo voy a cuestionar lo hermosx que soy.

Te lo dice,

Amante del placer.

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